La Dieta Biblíca y la Adoración de los Magos

Hieronymus Bosch “El Bosco”; Bolduque, Países Bajos, 1450–1516

Por Martha Yolanda Quezada Rueda

Los que estamos familiarizados con la obra de Jerónimo Bosch, nos sorprende saber que esta Natividad es de su autoría. Las obras más conocidas de Bosch llamado también “El Bosco” son inquietantes y contienen imágenes alucinantes y casi demoniacas, sin embargo, la obra “La Adoración de los Reyes Magos” muestra tranquilad con personajes casi todos serenos y con caras apacibles. Esta obra es de las primeras del autor. En ella vemos a José y a María con el niño Jesús en sus brazos. En vez del característico pesebre, Bosch pintó anacrónicamente a los personajes dentro de las ruinas de un castillo medieval. La cortina sostenida por los ángeles le da suavidad a la escena.

La riqueza de los tres Reyes Magos contrasta con la pobreza de María y José y de los otros misteriosos personajes que los acompañan. Uno trata de calentarse las manos con la fogata y los otros observan con sorpresa la visita de los Reyes Magos y el nacimiento de Jesús. A lo lejos vemos escenas de la vida cotidiana de la época del pintor, la cual se ubica entre 1450 y 1516; así es posible observar un pastor con su perro y su rebaño, dos parejas que parecen pasear en el campo y cuatro grupos de jinetes a caballo portando cada uno distintos estandartes. Estos cuatro grupos parecen ejércitos enteros dirigiéndose al campo de batalla.

¿Qué habrán comido en Judea hace más de dos siglos? Algunos dicen que seguían la conocida dieta mediterránea, similar a la que conocemos hoy con el mismo nombre. Sin embargo, los estudiosos de esta época de la historia nos describen otra cosa:

La dieta básica de la población en general era mucho más frugal que la actual. Se hacían solo dos comidas al día y para romper el ayuno se comían un pan con agua antes de salir a trabajar al campo. A media mañana se regresaba a casa, o bien, en el lugar de trabajo, se preparaba un almuerzo el cual, según los estudiosos, consistía en grano tostado, aceitunas, higos u otras frutas, así como en el imprescindible pan remojado en aceite o vinagre, o con el raspado de un ajo, cebolla y rábanos negros.

La segunda comida del día, la fuerte, se consumía por la tarde. Además de pan, incluía una sopa o un guiso de verduras y leguminosas, que se servía en un cuenco común en el que cada uno mojaba su pan. Además, según explican algunos expertos, de vez en cuando también se servía queso y frutas frescas. Para beber se servía vino, agua y, en determinadas ocasiones, leche.